Segunda jornada con los jóvenes de altas capacidades
(Sobre las fotos: esta vez hemos andado un poco más entonados, ¿eh?).
Hoy hemos vuelto a Cangas de Onís. Hoy han sido cinco los jóvenes que han acudido, por lo que nos ha tocado sentarnos a la mesa, a lo que —como podéis imaginar— no le hacemos ascos. Hoy les hemos presentado tres juegos más. Apuesto a que con sólo dos fotos los buenos jugones identificáis de qué juegos se trata.
El de la primera foto creo que les ha gustado. No ha hecho falta repetirles ni puntualizar ninguna de las reglas. Es más… cuando se me ha ocurrido volver atrás para matizar algo he captado esa mirada de reproche… «¿ésta también?».
Así que nos hemos puesto a la acción en línea. No puedo decir que sean jóvenes muy expresivos —salvo uno que es tremendamente extrovertido—, así que no he podido extraer un feedback inmediato del atractivo que puedan haber sentido por los juegos propuestos y por los juegos de mesa en general. Son jóvenes serios, con un comportamiento más maduro del que indica su edad. Me he tenido que emplear a fondo para ganar la tercera partida con el chico que ha venido hoy por primera vez. En las dos primeras me ha ganado, y que aunque es cierto que en la primera jugué enseñando, en la segunda llegó su conexión cuando estaba construyendo mi juego.
Da gusto jugar con ellos: atentos, despiertos, con ganas de saber por qué una táctica funciona en determinados momentos y por qué en otros no es aconsejable. Controlar el juego es un comienzo para aprender a controlar el mundo que nos rodea. Pero no vamos a exponeros aquí, ahora y a vosotros —jugones— las bondades que tiene el juego lúdico.
Sí que las hemos expuesto en el informe que hemos presentado como proyecto en la Casa de Cultura de Cangas de Onís. No sabríamos agradecer lo suficiente a su director, Antonio de Luis Solar, la inmediatez con que asumió nuestra propuesta y las facilidades que nos ha brindado.
Madame Mim jugándose el tipo contra Merlín
Luego, a modo de refresco, les propusimos un juego de bloqueo, explicando que en este juego sólo es posible ganar cuando se produce un fallo del oponente (el cual no es posible forzar), por lo que la gracia del juego está en mover a toda velocidad mientras se piensa qué debe hacerse y se evita lo que no se debe hacer.
Para finalizar les propusimos un juego comercial en el que la toma de decisiones atiende a diversos intereses. Viendo la foto, ¿qué jugón no sabe de qué hablamos?
Decidir qué carta adquirir y administrar el recurso —escaso– de los doblones; la decisión debe atender al precio de la carta, a la materia prima que proporciona, al movimiento que facilita esa carta y a la necesidad que puedan tener de ella otros jugadores. Y por si no fuera suficiente, hay que decidir inmediatamente qué bloques se mueven tras adquirir la carta. Con este sencillo juego muchos adultos se bloquean a las primeras de cambio y entran en A/P.
Pues a pesar de tener poco tiempo porque se nos echaba encima la hora de cierre de la Casa de Cultura, jugaron de forma fluida. Me temo que no pudieron saborearlo en toda su extensión.
Pero yo estoy encantada porque la experiencia está siendo impagable.
Practicando una toma de decisiones multidireccional
El próximo martes mi idea es llegar con suficiente antelación como para preparar sobre la mesa los seis juegos a los que hemos jugado esta semana y que cuando lleguen elijan a qué quieren jugar (una auténtica juegoteca, donde no se te dice a qué debes jugar). E irles enseñando uno o dos juegos por día. La próxima semana os lo cuento.