Una vuelta al mundo con 6 juegos (día 4)

De regreso al C.P. Río Sella.

Hoy nos tocaba jugar al konane, las (para mí) mal llamadas damas hawaianas. Hemos sentado a un total de 18 escolares (no falla ninguno… debe ser señal de que les gusta) jugando a tan ameno pasatiempo. Les habíamos preparado un tablero de 6×6, que nos pareció que ofrece partidas suficientemente rápidas como para no perderse en posicionamientos intermedios (disponemos de los 30 minutos del recreo), preservando ese formato la esencia del konane. También, hay que decirlo, un tablero de 8×8 nos hubiera llevado a preparar la friolera de 64 tapones por tablero, lo que para esta mañana hubiera supuesto una cantidad de 576 frente a los 324 que hemos precisado hoy (que ya son tapones… gracias a que contamos con las provisiones del bar de la abuela de Xosé).

 no hemos conseguido sacar la foto a los 18: aquí faltan dos que habían ido al baño
No hemos conseguido sacar la foto a los 18
Aquí faltan dos que habían ido al baño

Yo diría que lo han cogido a la primera. Ha vuelto a olvidárseme en primera instancia una regla, las que conciernen a los multisaltos —la posibilidad de salto múltiple pero no obligatorio y la imposibilidad de cambiar de dirección durante uno de estos multisaltos), pero ha sido comenzar la primera partida y venírseme la luz a las mientes.

Y no es que me vea desentrenada, ni mucho menos. Pero sí noto que no es lo mismo explicar reglas de un juego a un reducido grupo de dos o tres que a casi 20 niños que están impacientes por comenzar. Pausar las explicaciones no creo que sea la solución porque se vuelven más impacientes, toqueteándolo todo y perdiendo la atención. La diferencia está en que una no juega y todos ellos se dispersan en cuanto creen tener toda la explicación.

 detalle de la partida en sus inicios; los peones son tapones de bebidas
Detalle de la partida en sus inicios; los peones son tapones de bebidas

Será cosa de darle mente y corregirlo para la próxima vez elaborando un guión. De momento, el martes que viene repetimos con el konane, y yo, muy alegre, les he dicho que haríamos un torneo. A ver cómo sale porque —los que ya puedo llamar mis niños— no es que hagan parejas para jugar, sino que «hacen matrimonios». Quiero decir, no cambian de pareja ni a tiros. Posiblemente porque no se sientan cómodos jugando con niños de otros cursos o/y otras clases.

El martes que viene más…