El mölkky es para el verano
Hace un par de semanas, cuando caminábamos por un parquecito, pudimos oír cómo una ¡¡¡monitora??? de tiempo libre hacía un corrillo con el grupito que le había caído en suerte para contarles —más bien leerles— un absurdo cuento sentando a los niños en el asfalto de una plazoleta, y cuando a uno se le ocurrió ir a sentarse en una franja de césped adyacente le dijo con urgencia y alarma: «¡en la hierba no, que hay bichos!».
¡¡Y esto en una zona rural como en la que vivimos!!
El campamento del Centro de Educación Infantil COLORINES lleva un mes en marcha, desarrollándose en plena naturaleza entre animales, bosques, ríos y otros accidentes naturales presentes en la orografía asturiana.
El perfil de los padres de estos niños es muy diferente al de los progenitores que prácticamente abandonan a su suerte a los hijos que no pueden atender en casa en manos de monitores sin gas ni chispa ni alma ni ingenio ni ganas de tener nada de esto. Monitores que, y esto llama la atención, ninguno tiene hijos ni se espera que los vaya a tener porque para engendrarlos hace falta tener gas y chispa y alma e ingenio y ganas de tenerlos.
Qué lástima nos da ver a esos grupúsculos de niños formando corros en los polideportivos de nuestros pueblos y barrios con cara de supino aburrimiento, o caminando a pleno sol a mediodía del mes de agosto —como si encarnaran la cuerda de galeotes que don Quijote se empecinó en liberar— sin garbo para llegar no importa cuándo a ningún lado en concreto, porque el único objetivo de los monitores de «tiempo libre» es que pasen las cuatro horas de la mañana por la que pagan los padres sin preocuparse siquiera de cambiar una jeta que denota el desinterés y la desgana con la que transitan de forma gris por la vida y por el trabajillo de verano para el que una amiga de una amiga les ha contratado.
Su tedio, su acidia y su pigricia son dañinas y peligrosas. Con su actitud indolente consiguen uniformar y estereotipar el pensamiento de cada niño, contribuyendo con ello a la ovinización que Tito Gobierno está instaurando entre los administrados, ya sea consciente y premeditadamente, ya sea aprovechándose de que el Pisuerga pasa por Valladolid… Y vengan realities y series tremebundas con actores de registro único.
En el campamento de verano de COLORINES hemos comprobado que cada niño sin excepción tiene iniciativa propia, y demuestra interés por las actividades que se le proponen, y muestra curiosidad por conocer el entorno que le rodea, y si no lo es aún, allí se hace autónomo a imagen de los que son algo mayores, y se sienta en la hierba y hurga en ella en busca de bichos que conoce e identifica, así como reconoce al menos una decena de árboles, y escala un talud agarrándose a una cuerda, y se desliza por una pendiente que las monitoras utilizan con mínimo coste como tobogán natural, y saben dar volteretas, y agarran patos, conejos y cobayas con sus manos, y pasean con un cerdo, un mastín, un cordero y una familia de cabras enanas, responsabilizándose de estos animales, y de su propia ropa, y compartiendo la fruta con los compañeros, y dejando que los más pequeños beban primero de las fuentes naturales en las que han bebido generaciones y generaciones antes que ellos.
En fin, que a pesar de que allí las horas pasan en un sin sentir cunde cada minuto vivido en este paraíso en plena naturaleza que cuenta con un buen puñado de hectáreas propias. Y así, las educadoras de COLORINES nos llamaron para ver si disponíamos de algún juego de aire libre sencillo de implementar entre su población objetivo. Rápidamente pensamos en el mölkky, y tan rápidamente como se lo explicamos a la directora de este edén ya había fabricado dos juegos de mölkky que le han costado cada uno en torno a los ocho euros (os dejamos foto) y aún le han sobrado diez bolos porque por un defecto de la madera, al ingletar se estropearon dos de ellos, que si no hubiera tenido tres juegos completos a falta de localizar un recorte para fabricar el tercer mazo y el coste de cada juego hubiera rondado los cinco euros. (Por el nuestro pagamos el año pasado unos 35 euros). Esta gente de COLORINES son gente con gas, chispa, alma, ingenio y vastos conocimientos del entorno en el que se mueven y del mundo infantil.
Dos juegos de mölkky por 15 euros y aún sobraron bolos
Así que segaron un área de 15×15 metros donde se podrían jugar tres partidas simultáneas sin interferir unas en otras. Debajo os dejamos fotos de la jornada de hoy en que les hemos presentado el mölkky a los suertudos niños que van a este campamento de verano. No tardaron en encontrar variantes para los más pequeños, como tirar el bolo que reflejaba su edad, o dos que la sumaran, o sumar siempre el valor de los bolos derribados en tres tiradas para ver quién hacía más puntos. E incluso hubo quien trato de erigir una construcción a base de estos bolos ingletados.
El mölkky como juego de construcción… la imaginación al poder
Por nuestra parte, misión cumplida. Volveremos por el campamento en la naturaleza de este Centro de Educación Infantil para comprobar el avance en la precisión de los niños, que de eso se trataba; recrear un juego para practicar la precisión, con un componente competitivo que además les obliga a sumar. (Y recordad: se trata de sumar 50 puntos justos; si os pasáis volveréis a tener 25 puntos).