Primera KDD ajedrecera (que no cervecera… que también)

    Para este último sábado de febrero, día 28, nos hemos citado con un grupo de amigos ajedréfilos a las 17:00 en la tertulia del Hotel Los Acebos, en Santianes del Terrón, para disfrutar con el juego rey. En total hemos cursado 20 invitaciones, pero por motivos inteligibles me temo que nos costará llegar a la mitad. Trabajaremos para institucionalizar esta quedada.

    La nuestra es una localidad minúscula (pensemos que Gijón vendría a ser un barrio de Madrid) y el boca a boca, tan necesario en algunas ocasiones y tan dañino en las demás, logra que cualquier acción acabe haciéndose pública y también sobredimensionándose a velocidad de vértigo. A cuenta de esta primera reunión en torno a los sesenta y cuatro escaques ha corrido la idea de que quienquiera que se entere puede acudir para jugar al ajedrez con nosotros. Como no pretendemos batir ningún récord Guinness de participación local, debo puntualizar que no.

    Ya en el encuentro ajedrecístico infantil del lunes de carnaval hubo quien me preguntó sobre este particular, reaccionando a mi respuesta de forma negativa. Mejor os transcribo, grosso modo, el diálogo que mantuve:
    —Entonces si me entero de que vais a jugar a algo ¿no puedo ir y jugar con vosotros?
    —No. Lo que hacemos es para nosotros y para nuestros amigos. Si nadie te invita, ¿a qué vas a ir?
    —Pero… ¡¡eso es algo privado!!
    —Claro, como todas las asociaciones en España.

    Tener que andar explicando en 2015 las diferencias entre los conceptos de público y privado es algo que me incomoda, pero el equívoco está generalizado.

    La culpa de este entuerto la tienen todos esos clubes y asociaciones que se han centuplicado de unos años a esta parte en comunidades de mentalidad paupérrima, como la nuestra: amparándose en la coletilla estatutaria asociación «sin ánimo de lucro» (cuando en realidad son asociaciones «sinónimas de lucro») ofertan actividades-para-todos a cambio del vil metal con el que sobreviven monitores de variado pelaje, desde deportivos infantiles hasta yoguis y levitadores de carteras ajenas, herboristas, dietistas-dietólogos-nutriólogos, doulas y parteras, santones y meapilas carpetovetónicos, mercachifles varios, y organizadores de los inacabables talleres integrales de astracanadas y pseudociencias pretendidamente naturales, biológicas, ecológicas y saludables. España es la cuna de la picaresca tormesiana… y la del esperpento valleinclanesco. Llegar de la primera al segundo se nos da francamente bien.

    Es posible que tras la microvorágine que supuso las dos apariciones consecutivas de la semana pasada en la prensa comarcal pueda haber quien se confunda. Ni Juego Sí llamó al periodista, ni somos ni queremos ser una asociación al uso, entrando en descalificaciones mutuas con otras «sinónimas» para pendenciar por las migajas de una subvención anual.

    Así que debo dar un rotundo NO: a esta quedada sólo vienen nuestros amigos (a ésta en concreto ni siquiera pueden venir los amigos de nuestros amigos). ¿O es que alguien con dignidad acudiría a una cita a la que no le han invitado? ¿Acaso hemos hecho una convocatoria pública a través de los medios tradicionales, léase prensa, radio o cartelería?

    Repito para que se me entienda: Juego Sí es una asociación privada cuya finalidad es el disfrute lúdico de sus miembros y nuestros amigos. Si la hemos constituido es porque necesitábamos un marco jurídico legal para poder conveniar con otras personas jurídicas. Que cuando lo estimemos oportuno colaboremos con la iniciativa pública para promocionar aspectos lúdicos o/y educativos de los juegos de mesa no debe inducir al error. En esos casos, por la naturaleza pública de la entidad con la que colaboremos, la oferta sí será abierta aunque posiblemente quede restringida a la población objeto de esa entidad pública.

    No queremos que nos manipulen y fiscalicen con subvenciones que no hemos pedido, dando pie al aceptarlas a coacciones económicas para aprovecharse de actuaciones organizadas merced a nuestros contactos, obligándosenos a colgar la mal llamada publicidad institucional en nuestras actividades, y viéndonos obligados a posar en nuestros actos con el cargo público de turno para mayor gloria de sus intereses partidistas y personales. Ese reptar lo dejamos para las «sinónimas de lucro».

    Bonus-play: habrá premio seguro para el primero que nos haga llegar el título de la película a la que pertenece el fotograma que encabeza esta entrada.

    Fragmento de la escena del reto Desvelar