Hace un par de semanas, cuando caminábamos por un parquecito, pudimos oír cómo una ¡¡¡monitora??? de tiempo libre hacía un corrillo con el grupito que le había caído en suerte para contarles —más bien leerles— un absurdo cuento sentando a los niños en el asfalto de una plazoleta, y cuando a uno se le ocurrió…