Visita institucional
Hoy día viernes 19 de diciembre nos hemos plantado en Oviedo el secretario y quien suscribe para entrevistarnos con el señor Baragaño, quien firmara el requerimiento de subsanación de los estatutos.
Nos han tratado de maravilla. El funcionario estaba ocupado en su despacho, pero ha hecho un aparte y nos ha atendido con cordialidad aunque con la distancia que impone su puesto como asesor jurídico. Hemos salido encantados aunque no contentos, con una sensación un tanto difusa.
El señor Baragaño, otro buen profesional, nos ha explicado que se están dando los pasos que prescriben los cánones legales. Y nos ha explicado con suma amabilidad un punto un tanto oscuro para nuestras mentes de ciudadanos de a pie.
La inscripción en el Registro de Asociaciones de Juego Sí no está paralizada. Disponen de tres meses para acordar su inscripción y están haciendo lo que deben de hacer para cerciorarse de que todo está en regla. Y nos ha dicho, más o menos con estas palabras: «si la asociación fuera ilegal, ni siquiera vamos a tomarnos la molestia de comunicárselo a ustedes; informaremos a quien proceda y les harán una visita». O más o menos, que el señor Baragaño es un jurista y nosotros no llegamos siquiera a leguleyos.
Pero nuestra preocupación era que los trámites se alargaran tanto que perdiéramos la oportunidad de organizar una serie de torneos que tenemos en mente por superar la fecha que consideramos límite. El señor Baragaño ha sido diáfano en su explicación: «a todos los efectos están ustedes constituidos; tan sólo resta su inscripción en el registro, y se está comprobando que es pertinente; pero pueden ustedes organizar cuantas actividades deseen; su asociación existe con personalidad jurídica para actuar; cierto que no pueden demostrar su existencia mediante su inscripción en el registro, pero si tuvieran que hacerlo ante terceros, no duden en contactar con nosotros que emitiremos un dictamen certificando su existencia como asociación». Evidentemente no fueron estas sus palabras exactas, pero espero no haber subvertido el fondo de cuanto nos expuso.
Así pues salimos con esa sensación de «sí pero no» que te crea más sombras que luces. A todos los efectos ya estamos constituidos y ya podemos acordar ante terceros acciones y actividades. No podemos adquirir un NIF al no poder presentar los estatutos sellados por el registro y en consecuencia no podemos facturar, pero podemos conveniar con otras asociaciones y organismos… Buscábamos un marco legal para organizarnos y de momento tenemos algo que no es «ni chicha ni limoná», pero existimos, aunque no lo podamos demostrar con un documento. En fin, que nos encontramos en eso que se ha dado en llamar un limbo legal, aunque tal expresión aún no es recogida por el diccionario de la Real Academia Española.
Pero por alguna razón nos satisface más estar en un limbo legal que ser alegales, definición que sí se recoge en el libro gordo de todas las palabras en castellano.